Jueves 15 de septiembre de 2.005
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Tiempo de tertulias
Hoy finalizan en el Club Taurino los aperitivos con una 'Defensa de la
fiesta'
PATRICIO PEÑALVER/MURCIA
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VIANDAS. Animadas charlas sobre el mundo taurino. / N. GARCÍA/AGM
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En el Club Taurino de Murcia que cumple aniversario
CXVIII, para los que no se acuerdan de los números romanos digamos que se
fundó 1897, desde el pasado viernes y hasta hoy se están celebrando los
aperitivos taurinos que ya cumplen con 22 años de tradición. Cada día a la
una de tarde se reúnen lo más granado de la afición murciana y de los
muchos foráneos que nos visitan, con la intención de dialogar o a discutir
moderadamente en torno a un ponente que analiza algún aspecto de la
llamada fiesta nacional, a la que cada día se asoman más extranjeros,
y si no para botón de muestra bastaba ver a la numerosa Peña de Los
Suecos que allí estaban el pasado domingo. Y no crean que en esta peña sus
componentes se hacen el sueco. Éstos son auténticos suecos. Aunque alguno
llevara en su camiseta la siguiente leyenda: Triana, República
independiente; también a esa tertulia en la que disertaba el
matador de toros valenciano Vicente Barrera se habían acercado escoceses y
algún francés que intervino activamente.
En esas tertulias organizadas por el ayuntamiento de Murcia y su Centro de
Arte Almudí, que dirige Martín Páez, se habla de lo divino y de lo humano.
Aunque estos días también se habla mucho sottovoce de unas declaraciones
hechas por fuentes anónimas, en un programa televisivo que no se
caracteriza por hacer un periodismo precisamente de investigación, en las
que se decía que algunos toreros tomaban farlopa no sé si antes o después
de torear. Yo no suelo ver estos programas, cuate.
Pero si a cuento viene el comentario de la farlopa, es porque el nombre de
la calle en la que está ubicado el Club Taurino se llama: Francisco Rabal,
y hablar de Juncal son palabras mayores. Recuerdo una juerga nocturna con
Paco Rabal que acabó a las 10 de la mañana en la plaza de las Flores, a
esa hora poco taurina me habló de la historia del toreo como a nadie he
oído hablar. Me contó que tenía una oferta millonaria de una productora
americana que quería hacer una película sobre Manolete, en la que creo que
él iba a hacer el papel de apoderado, y me dijo que el guión estaba muy
bien, pero que él se había negado. Y la culpa la tenía una secuencia en la
que Manolete en la plaza de Toros de México, antes de torear, en la
capilla, se metía una raya de cocaína. Paco Rabal me dijo que él nunca
intentaría desprestigiar a esta fiesta, que tanto amaba, sin entrar en la
moral de si aquello podría ser o no ser verdad, eso pertenecía al apartado
de lo privado. Y lo que decía Paco iba a misa. Rabal conocía y era muy
amigo del último banderillero que quedaba vivo de la cuadrilla de Manolete.
Precisamente en esa tertulia del domingo intervenía Vicente Barrera, al
que desde la mesa le iba preguntando asuntos diversos, el presidente del
Club Taurino Manolo González, y, ¿cómo no?, salió a relucir el parecido
del toreo de Manolete con el de Barrera. El diestro valenciano dijo que no
le sentaban mal porque admiraba todo lo que había visto sobre Manolete y
que este torero había cambiado después de la guerra la concepción de
torear. Sin embargo, recordó el dicho áquel que dice: «Que como te pongas
a imitar a alguien, acabaras imitando sus defectos», porque la genialidad
es irrepetible.
Anecdotario
El torero que anda en el dique seco por una rotura de ligamentos, recordó
uno de los momentos más emocionantes de su vida, cuando salió por la
Puerta del Príncipe de Sevilla, y que dijo que se sorprendía que no
hubieran ido a recibirle al aeropuerto de su ciudad, como cuando van a
recibir al Valencia después de haber ganado la Copa de Europa. Barrera, se
despachó a gusto con Carod Rovira y con todos aquellos nacionalistas que
quieren crear un sentimiento antiespañol, a costa de lo taurino. Pero para
este tema, el que se despachará también muy a gusto será el ponente del
último aperitivo taurino de hoy, Luis Corrales, presidente de la
Plataforma Defensa de la Fiesta de Barcelona.
La fiesta siempre ha tenido sus seguidores y sus detractores, y pase lo
que pase los seguirá teniendo, ambas partes son las caras de una misma
moneda. La controversia entre intelectuales a favor y en contra ya viene
de los tiempos de la generaciones del 98 y la del 27. Yo, con todos mis
respetos soy de la quinta del 27.
PATRICIO PEÑALVER