Manolo Montoliú

José Luis Benlloch
PERFIL BIOGRÁFICO Y ARTÍSTICO

LA GRANDEZA Y TRAGEDIA DE UN HOMBRE DE PLATA:

MANOLO MONTOLIU

La esperada feria abrileña del 92 ha quedado ya marcada para la historia. Ha sido y seré la feria del dolor, la feria en que un toro de Atanaslo —«Cabatisto», en las listas negras del toreo— hirió de muerte a Manolo Montollu. La muerte de Manolo ha convulsionado al mundo entero. James ocurrió un caso Igual, james un hombre de plata recibió tales honores: Valencia y Sevilla han coincidido en la Justeza de querer dedicarle una calle; en su tierra, además, y también por acuerdo municipal, se le erigiré un monumento; los medios de comunicación le han dedicado espacios estelares Incluso en países no taurinos —Japón, Italia, Luxemburgo, USA— glosando su figura. Una acogida que valora sin duda la tremenda dimensión humana y artística de Manolo.

Manolo Montoliu, doctorándose como matador de toros en la plaza de Castellón, en la feria de la Magdalena de 1986. Padrino Julio Robles; testigo, Espartaco, con toros de Manolo González. En las gráficas abjao dos momentos de Montoliu, toreando en Vinaroz y Castellón.


Montoliu brindando a su padre, famoso varilarguero, el toro de alternativa.

Manolo, convaleciente de una cornada.

 


Andándole muy despacio. ¡Qué torería!
La Diputación de Valencia organiza estos días un magno festival homenaje en la plaza de Valencia. El diputado de Cultura, José Bressó, ha cons tituido una comisión gestora, que bajo su presidencia estará formada por los gerentes de la plaza de Valencia, señores Barceló y Miranda, los matadores de toros José María Manzanares y El Soro, y Pedro Manzanares.
El propio Bressó manifestó su deseo de que el festival reúna el Interés y la categoría acorde con la trascendencia del caso, para lo cual, ademes de un cartel compuesto fundamentalmente por los matadores a cuyas órdenes actuó Manolo, se editarán publicaciones, carteles y se programarán actos en honor del banderlllero desaparecido. La fecha elegida para su celebración es la del 30 de mayo. 

DATOS BIOGRAFICOS

Manolo Montoliu nació en Valencia, el 5 de enero de 1954, contaba por tanto 38 años de edad. Hijo del picador del mismo nombre, acabó captado para la fiesta, cuando ya había entrado a trabajar como botones en el Banco Coca, estoqueando su primer becerro en Benimámet, el 20 de julio de 1973, tras vencer la firme oposición familiar.
En su afán de estar próximo a todo aquello que sucedía en el toreo solía salir a la plaza de Valencia, en calidad de monosabio, lo que unido a sus portentosas facultades acabó grangeándole las simpatías de todo el toreo, que se acostumbró a presenciar quites a los
picadores en peligro de auténtico riesgo.
Tras un aprendizaje por los pueblos próximos a Valencia, debuta con caballos en San Felíu de Guixols, el 29 de julio de 1973, alternando con Manuel Vidrié y el novillero José Martín, que lidiaron un encierro de María Antonia Laa de Sánchez. Y es en las plazas de la Costa Brava donde se hace un cartel de novillero interesante y en donde sufre su primer percance de seriedad, una lesión de vértebras.
Su etapa novilleril se prolonga durante siete campañas sin que pudiese romper la barrera de la discreción. Novillero con oficio, fácil, esforzado. pero sin el gancho necesario para atraer. Apenas pisa plazas de relevancia salvo la de Valencia, donde su mayor éxito coincide con el debut de El Cordobés como ganadero.
Su última novillada picada como matador, la torea en Valencia, el 21 de Julio de 1979, alternando con El Mangui y Mario Triana, que lidiaron novillos de Daniel Ruiz. Sin estar mal, no alcanza el éxito que precisaba para seguir luchando y tras alguna actuación esporádica en festejos menores de la sierra de Cuenca y Teruel, la temporada siguiente acepta un ofrecimiento de El Soro y decide pasar al escalafón de los de plata, donde alcanzó la enorme dimensión artística que todos conocen. En total estoqueó 26 novilladas con picadores.
Su primera actuación como banderillero tuvo lugar en la plaza francesa de Pomarez, el 2 de marzo de 1980, tarde en la que resultaría herido El Soro. Su debut como banderillero de toros tuvo lugar en Valencia, a las órdenes de Guillermo Ciscar Chavalo, que alternaba con Curro Romero y Manzanares, en la lidia de un encierro de Gabriel Rojas, el 17 de marzo de 1981.
Cuatro temporadas seguidas a las órdenes de El Soro, dos años en el escalafón superior, le consagran como uno de los grandes banderilleros del momento, lo que refrenda posteriormente, en 1984, al entrar en la cuadrilla de Paco Ojeda.

En 1986, al anunciar Ojeda su retirada temporal, ingresa en la cuadrilla de Antoñete, junto a Martín Recio, con el que forma la pareja de banderilleros más espectacular de los últimos años. Montoliu y Recio son parte fundamental del gran espectáculo que ofrece ese año Antoñete en las principales ferias.
Son temporadas en las que además actúa por libre a las órdenes de numerosos matadores como Julio Robles, Manzanares, Espía y Raúl Aranda, en cuya cuadrilla actuó en Madrid en la Corrida de la Prensa de ese mismo año, televisada en directo, en la que alcanza tal éxito que se le concede un premio especial no previsto. Esta sería a la postre su última actuación en esta primera etapa.

RECORD DE TROFEOS

Ese año conquista 32 trofeos, cifra desconocida, hasta entonces, que le premian tanto su espectacularidad con las banderillas como su eficacia con el capote. En fallas se llevó todos los trofeos en litigio, conquistó por segundo año consecutivo el Trofeo de la Real Maestranza; en Madrid, por San Isidro, le conceden un premio en metálico de 250.000 pesetas creado por Manuel Chopera, por correr un toro a una mano de salida. Esa misma feria le conceden los premios convocados por Antena3, Palace Hotel, Asociación Cultural Taurina, Federación Nacional Taurina y Asociación de la Prensa. Algo parecido ocurrió en las plazas de Barcelona, Badajoz, Alicante, Puerto de Santa María, Bilbao, Antequera, Albacete y Murcia.

MATADOR DE TOROS

El éxito de la campaña del 85 a las órdenes de Antoñete, que desborda todas las previsiones, hace pensar a varios taurinos profesionales que una alternativa a la vieja usanza —el banderillero que una vez aprendido el oficio en cuadrilla importante recibe la alternativa de su matador— puede tener gran impacto. No se equivocarían. Tras unas conversaciones en Huesca con Alberto Allano, salta la noticia a la prensa y son varios los apoderados de campanillas los que le ofertan su dirección, decidiéndose finalmente por el grupo Simón Casas-Patón-Espinosa.
Con una expectación máxima se doctora en Castellón en la Magdalena de 1986, con Julio Robles de padrino y Espartaco como testigo y toros de Manolo González. A partir de esa tarde suma diez corridas de toros —Castellón, Valencia, Cabra, Sevilla, Madrid, Nimes, Mejanes, Beaucaire, donde sufre una cornada que le impide actuar en la feria de Julio, Lisboa— sin éxitos pero con dignidad profesional absoluta, lo que le decide renunciar a la alternativa y volver a vestir de plata, esta vez a las órdenes de Víctor Mendes, del que pasa posteriormente a la cuadrilla de Soro y más tarde a la de Rafael de la Viña, lo que compagina con actuaciones de por libre y la administración de los novilleros Angel de la Rosa y Victoriano González.
Esta temporada del 92, considerando que debía relanzar su prestigio como banderillero y con la ansiedad de acudir de nuevo a las grandes ferias en tardes estelares, acepta la oferta de José María Manzanares. Su incorporación coincide con unas declaraciones a este semanario en las que asegura que su «fichaje» por el diestro alicantino supone la consolidación y culminación de su carrera. Carrera que está a la altura de las más grandes de la historia. Y por si faltaba algún ingrediente, su muerte en la plaza, la entrega absoluta de su último par, el escenario y la presencia de las cámaras en directo, le han acabado de mi-
tificar.

PERFIL ARTISTICO

Manolo ha tenido con las banderillas un estilo personalísimo, mezcla de sus portentosas facultades y de la influencia que ejerció sobre él su amigo y maestro Paco Honrubia. Elegante y despacioso en las formas, sincero y entregado en las reuniones, era un auténtico espectáculo en la plaza.
Su dominio de la suerte de banderillas pudo eclipsar en algún momento para el gran público sus virtudes en la brega, que fueron realmente excepcionales. Su colocación en la plaza y su sentido de la anticipación le daban unas ventajas importantes que le permitían lidiar un porcentaje altísimo de toros sin apenas darles un capotazo y un concepto suave del capotazo, le convertían en uno de los mejores lidiadores de las últimas décadas. Todo ello unido a la vergüenza torera y manifiesta intención de volver a triunfar en la Maestranza, no cabe duda que ayudaron fatalmente a la culminación de la tragedia de la Maestranza, donde además de un grandísimo torero, se perdió una persona excepcional.

Aplausos, 11 de mayo de 1.992

 

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