|
Curro Romero
(La Razón, 19 de mayo de 2.002.) - Recorte
del periódico [105 kb]
Las Ventas homenajea a Curro Romero, que descubrió emocionado su azulejo
«Gracias a la afición por saber esperarme»
Alfredo Arévalo y su hijo con Curro Romero. (Foto: David Cordero.)
Verónica Zabala
Madrid
El maestro de Camas cuenta desde ayer con un azulejo en la Plaza de Toros de Las Ventas, que le vio salir siete veces por la puerta grande. «Al final me lo voy a acabar creyendo», bromeó Romero tras escuchar emocionado las palabras que le dedicaron el profesor Serrano Carvajal y el crítico Vicente Zabala de la Serna en una mesa redonda presentada por Pedro Gómez Ballesteros, presidente de Asuntos Taurinos de la Comunidad. «Muchas gracias, porque Madrid es Madrid. Sevilla me parió, pero me amamantaron al alimón. Madrid es más difícil que Sevillla. Allí los toros podían salir más acordes a mi toreo... Así que, aprovecho para pedirles disculpas por los sufrimientos que les he hecho pasar, no era mi intención... Pero cuando no lo veo, tiro por la calle de enmedio. Gracias a la afición por saber esperarme, por eso estamos aquí todos». En un aula llena hasta la bandera, se realzó la figura del torero: «Bendita su estampa torera que nos llevaba hasta la culminación estética», dijo Serrano Carvajal antes de dar paso a Zabala de la Serna, que puso al público en pie con sus palabras: «Hay pueblos, escribía Umbral, de dioses y mitos aguerridos, indesmayables y musculados. Pero hay otros pueblos que se entregan a los dioses evanescentes, sufridores, débiles y poéticos». Ése es Curro, nuestro Curro, que se entronca con el lirismo puro, que provocaba en los contadores de tauromaquias una inspiración, un sueño que se ha evaporado». Y, tras hacer un repaso de las mejores críticas de los últimos cincuenta años, continuó: «Las Ventas siempre le esperó, pese a tardes de sombra, cuando la montera decía no. El currismo caló desde su nacimiento en los tendidos que nos arropan, tanto como en Sevilla caló la verónica sacra: Lenta, olorosa, redonda/ la flor de la maravilla/ se abre cada vez más honda/ y se encierra en su semilla./ Cómo huele a abril y a mayo/ ese barrido desmayo, esa plaza de desgana,/ ese gozo, esa tristeza, esa rítmica pereza,/ campana del sur, campana ».
|