Ganadería.
Cuatro de Juan pedro Domecq y dos, segundo y sexto de Gabriel
Rojas. Los titulares, justos de presencia pero de buen juego,
el cuarto premiado con la vuelta al ruedo y los demás
aplaudidos. Los de Rojas, el segundo bueno, el sexto rajado.
CURRO ROMERO, de verde y oro, oreja y dos
orejas y rabo.
RAFAEL DE PAULA, burdeos y azabache, levísima
división tras tres avisos y gran ovación saludando desde la
boca del burladero.
FINITO DE CORDOBA, de marino y plata, oreja y
oreja.
Incidencias. Calor y media plaza. Los toreros salieron por su
pie, en triundfo, por la puerta de cuadrillas.
francisco orgambides
n jerez. Tarde histórica, de sensaciones y emociones, de
entusiasmo colectivo y de tristeza. Así son las cosas del
mundo del toro: unas veces te llevas una alegría y otras un
palo en eso tan repetido de las grandezas y miserias del toreo,
la contraposición de la gloria y el fracaso. Eso sí, una
tarde de toreros grandes, grandes hasta en la derrota, como
Rafael de Paula.
Y la papeleta es menuda: ¿Cómo y en qué orden les cuento lo
de ayer en Jerez? Curro Romero cortó tres orejas y un rabo;
Rafael de Paula se dejó dos toros vivos y se cortó la coleta
después de hacernos soñar el toreo; Finito de Córdoba
-sustituto del lesionado Morante de la Puebla- cortó una
oreja en cada toro y en gesto de torero se negó a salir en
hombros y acompañó a los dos veteranos por la puerta de
cuadrillas. Por ende, se lidió un encierro que dio buen juego
con cuatro toros de Juan Pedro -el cuarto fue premiado con la
vuelta al ruedo- y el remiendo de dos toros de Gabriel Rojas,
segundo y sexto.
Pero hay que adornar ese resumen, hay que situarse en la plaza
de Jerez, en tarde de fiesta con dos mitos en la arena, con
muchas ganas de ver el toreo caro y en un clima de contagioso
entusiasmo que rompe cuando aparece el milagro de la
trincherilla o el quiquiriquí de Curro; el misterio de la
eterna verónica de Rafael de Paula o la pereza con la que esa
torería que no le cabe en el cuerpo al jerezano rebosa en el
remate de un ayudado; o cómo Finito de Córdoba aplacaba las
primeras embestidas de un noble toro de Gabriel Rojas en unos
doblones que parecían no terminar nunca.
Curro Romero, de verde y oro, abrió plaza con un bonito castaño
de Juan Pedro Domecq que fue aplaudido en el arrastre por su
buen juego, el más bravo del encierro. El quite por verónicas
de Curro fue colosal pero el de Paula arrancó palmas por
bulerías. La faena de Curro fue de más a menos, desbordado
por el toro que se venía arriba en bravo en una forma que
requería un torero con otra fortaleza. Pero el de Camas lo
bordó con los doblones iniciales y vaciando la embestida en
un largo y mecido natural. El toro se había venido arriba en
los medios pero ahí quedó el quiquiriquí y las pinceladas
grande de Romero, que mató de media hábil y cortó la
primera oreja. Eso sí, que Paco Puerta retrasara el tiro de
mulillas haciendo como que remataba el descabello hasta que el
presidente sacara el pañuelo no es digno ni de Curro ni de
Jerez.
Los lances de Rafael de Paula al buen segundo de Rojas fueron
de impresión y la media a pies juntos con la que remató el
quite tras el puyazo digna de un rey de los toreros. Copanito
pareó muy bien. Lo que se dice faena de muleta no hubo: el
toro se coló tres veces y Paula esperó, con la cuadrilla a
que sonaran los tres avisos, incapaz ni siquiera de herir.
Entro tres veces a matar y, corriendo, ni siquiera consiguió
herir. Tres avisos, toro al corral, una inútil parada de
cabestros y el presidente, el veterinario Angel Jiménez,
autorizó que Venturita atronara al toro desde un burladero.
El público comprendió la incapacidad de Rafael de Paula y no
hubo bronca para mí, aquella media verónica valía por
seiscientos toros al corral.
Finito fue el encargado de que la tarde cobrara de nuevo vuelo
con el tercero de la tarde, un toro de Juan Pedro Domecq que
le permitió mecer la verónica y hundir la barbilla en el
pecho al pararlo. Gran quite después del puyazo, fue mansón
en toro, y recital de torería en los doblones. La faena se
compuso de tres series largas con la derecha y dos al natural,
ya muy a menos el toro, pero muy bonitas. Cerró por ayudados
y mató de pinchazo y estocada para adornarse y cortar la
segunda oreja de la tarde.
Un número 31 de Juan Pedro, de 527 kilos fue el cuarto, al
que se le dio la vuelta al ruedo sin los despojos, dos orejas
y rabo, que fueron para Curro. El de Camas salió muy motivado,
se dio cuenta de cómo era el toro antes que nadie y lo lanceó
hasta la boca de riego. A estas alturas de la corrida ya no
esperábamos más y sin embargo el espectáculo estaba
alcanzado cotas históricas. Curro también meció la verónica
en el quite y rompió la faena de muleta con toques
magistrales y emotivos. Un desarme sirvió para evidenciar un
arranque de enfado muy en torero de Romero, que enardeció al
público. Series suave de derecha y el de pecho rematado, las
trincherillas, el desplante del guantazo...sobredodis de nuevo
con el toreo de adorno y la estocada oportuna aunque delantera
como colofón de aquel remate de pinceladas. El delirio y las
dos orejas y el rabo que entregaría a Alcalareño.
Un 188 de Juan Pedro, de 470 kilos, parece que fue el último
toro de Paula en Jerez.Lo paró el torero de Santiago, apurado
por su nula capacidad física pero dando el cante den su clase.
mansón en el caballo, el inicio de faena de Rafael de Paula,
a base de ayudados por alto a cuál de mayor sensación fue
soberbio. Aún habría más detalles sueltos, como destellos...
pero había que matar y Paula no pudo olvidarse de que tenía
cuerpo. Nuevo paripé, tres avisos y el toro al corral. El
torero en gesto de derrota y abatimiento mientras iba al
burladero se desprendió el añadido y lo tiró. Fue un lío,
el público sorprendido; Alvaro Domecq Romero fue a abrazarse
con el torero, las cuadrillas desconcertadas y el público
aplaudiendo con gritos de ¡Torero!. La gente obligó a Paula
a saludar con sus aplausos pero no quiso pasar de saludar
desde la tronera del burladero.
El sexto fue un toro soso de Rojas, rajado, que lidió Finito
en los primeros tercios en un ambiente de plaza floja, como
tristona y abatida por esa sensación tan fuerte de cómo
Paula se había quitado de esto. Finito, que había brindado a
Curro y Rafael, cortó la oreja y, en torero, compartió su
triunfo con los veteranos y con El Paula, negándose a salir a
hombros sino a pie con ellos por la puerta de cuadrilla otro
gesto grande.
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