El
duende se apagó para siempre
El
día grande de los toros pasará a la historia, pero no por la soberbia
actuación de Curro Romero, que cortó tres orejas y un rabo, ni por el
buen hacer de Finito de Córdoba, que cortó dos apéndices, sino por la
despedida de los ruedos de Rafael de Paula, que tras ser incapaz de
matar a sus dos toros, tras una buena labor, decidió cortarse la coleta
en mitad del coso, entre las palmas por bulerías de un público
totalmente entregado a su maestro. Como último homenaje, sus dos compañeros
rechazaron salir por la puerta grande y le acompañaron cariñosamente
en su despedida. Pero si la plaza de toros vivió una jornada
excepcional, no menos la vivió el Real de la Feria, con un lleno
absoluto, pese al fuerte calor que parece unido indisolublemente a la
presente edición. Ayer se entregaron los premios a las mejores casetas,
que recayeron en la UGT, La Yeguada y La Penúltima, mientras los
famosos volvían a dejarse ver entre las casetas.
Gloria
al arte del toreo
Curro Romero, inspirado, cortó
tres orejas y un rabo y Rafael de Paula se quitó el añadido con palmas
por bulerías. Finito de Córdoba, en maestro, cortó dos orejas
Plaza de Toros de Jerez. Segunda corrida de
abono.
Ganadería:
Cuatro toros de Juan Pedro Domecq, bien presentados, bravos y de buen
juego. Dos de Gabriel Rojas, de correcta presentación, lidiados en
segundo y sexto lugar, éste último molesto, el anterior manejable. Por
orden de salida pesaron: 495, 550, 518, 527, 505 y 462.
Espadas: Curro Romero, de verde manzana y oro. Más de media caída.
Oreja. Estocada. Dos orejas y rabo. Rafael de Paula, de burdeos y azabache.
Tres avisos. Silencio. Tres avisos. Ovación. Juan Serrano Finito de Córdoba,
de catafalco y plata. Pinchazo y estocada. Oreja. Estocada. Oreja.
Incidencias: Más de media plaza, con casi lleno en la sombra. Tarde de
temperatura agradable. A la terminación del quinto toro, Rafael de Paula
arrojó el añadido. Vuelta al ruedo para el cuarto toro de lidia. Finito
de Córdoba brindó su último toro a Curro y Rafael. Los tres salieron a
pie por la puerta de cuadrillas, rehusando la puerta grande. Presidió,
por primera vez, el veterinario Ángel Jiménez Caballero. Correcto en sus
decisiones. Asesoró el banderillero Antonio del Pino, Nini.
Luis Rivas
jerez
Tarde para la historia de la Plaza de Toros de Jerez. Los duendes bajaron
a su albero y Curro Romero y Rafael de Paula se sintieron inspirados. El
Faraón de Camas, valiente y rejuvenecido, alcanzó la sublimidad del arte
de torear con el capote y la muleta. Todo lo que hizo fue perfecto,
principalmente en su segundo, al que cortó el rabo. Creó paisajes de
gran belleza, con cante grande acompañado a la guitarra por Paco Cepero.
Del traje de luces de Curro al traje de sombras de Rafael, éste en un
gesto de dignidad y vergüenza torera arrojó el añadido cuando terminó
su actuación, después de ver como no pudo matar a su lote. Antes había
toreado con el capote como sólo él sabe hacerlo. De sus prodigiosas muñecas
salieron monumentos al arte de torear por verónicas. En el toro de la
despedida, dejó muletazos con sentimiento y cadencia.
Finito de Córdoba, ante dos genios, estuvo en maestro, poderoso y artista.
Faena templada y lidiadora en su primero y dominadora al sexto.
Los cuatro toros de Juan Pedro Domecq, principalmente el primero y el
cuarto, excepcionales por raza, bravura y nobleza. Los dos de Gabriel
Rojas, distintos. Mejor el lidiado en segundo lugar. Atrás quedaba el
trasiego mañanero, donde se reconocieron un total de 19 reses, 12 de
ellas de Juan Pedro.
Difícilmente se podrá borrar de las retinas de los espectadores que ayer
acudieron al coso jerezano todo lo bueno que protagonizaron dos artistas
del toreo. Y es que cuando el sentimiento brota desde el corazón, el
ambiente les es propicio y el toro humilla y se deja torear, la explosión
de arte y de júbilo es patente.
El primer toro de Curro fue bravo en el caballo. Lo lidió bien Alcalareño,
y ya Curro dejó entrever que estaba con ganas, y a gusto. Un quite
portentoso de tres verónicas y media. Una segunda vara y otro quite a
cargo de Rafael de Paula que pusieron a hervir el cotarro. El animal,
encastado, se encontró con un inspirado Curro, que le enjaretó tres
tandas con la derecha, con largos pases de pecho y trincherilla. En dos
momentos de la faena aguantó y tragó Curro una enormidad, no dudándole.
La mecha estaba encendida. Salió el cuarto, de nombre Jumbrío, y las
musas volvieron al albero. Él fue el primero que vió al toro de salida
y, sin que nadie lo tocara, lanceó a la verónica, ganándole terreno a
cada lance, rematando con una revolera en el centro del anillo. Derribó
al caballo de Martin Sanz, colocando éste un buen puyazo al bravo toro de
Juan Pedro. Nada más iniciar una tanda con la derecha, levantó a la
gente de sus asientos. El toro tenía tranco y humillaba bien. Curro,
sintiéndose y enrabietado, siguió formando un lío toreando con la mano
diestra. Borda también unos naturales breves, y la faena memorable, llena
de belleza y enjundia, está hecha. Mata por todo lo alto y la locura es
colectiva. Después que vengan todos los cantos literarios que quieran. Lo
cierto es que Curro se ha llevado para sus adentros una obra bien hecha.
La edad es lo de menos. El espíritu y el alma es joven, y el Faraón
seguirá disfrutando y haciendo disfrutar. Álvaro Domecq y Díez le arrojó
su sombrero de ala ancha.
Las palmas por bulerías fueron el recibo y el epílogo para el torero más
grande que ha dado Jerez. Como ha toreado y torea Rafael de Paula con el
capote es difícil igualarlo. Verónicas lentas quebrando la cintura y pasándose
el toro por la faja. Hablan de los silencios de la Maestranza, pero nada
dicen de los silencios de la Plaza de Toros de Jerez cuando torea Paula.
En el primer toro, Copano hijo se lució en gran parte y Rafael se encontró
con un animal que se quedó parado al final, no humillaba y acabó defendiéndose.
Lo de entrar a matar es punto y aparte. Mal trago antes de pasar por el
fielato. Rafael en momentos se ve impotente. No pudo matar al toro, como
ocurriría después en su segundo. Ventura Nuñez atronó desde un
burladero al primero y el otro entró por su cuenta por donde había
salido.
Volvió a entusiasmar con el capote en el quinto. Se le veía con ganas y
deseo de triunfo, aunque el toro era un poco a contraestilo. Unos ayudados
por alto, con pases de la firma, supusieron un buen inicio. Siguieron dos
tandas con la derecha, con ritmo y pellizco, de esas que llegan al fondo
del alma. Hasta El Juli, que estaba en una barrera junto a Santiago Domecq,
le aplaudía a rabiar. Pero de nuevo vino la sombra. Tampoco pudo matar al
toro. Cuando se dirigía a la barrera, en un arrebato, arrojó al albero
su añadido. Después, le abrazaron emocionados Fermín Bohórquez y Álvaro
Domecq Romero. El público se sumó al homenaje con palmas por bulerías.
Paula nunca se irá del toreo, porque su toreo es eterno.
Todo queda en el recuerdo.
Gustó el capote de Finito. Sabe torear como muy pocos y, además, está
recuperado y en la línea de torero clásico. Con poder de lidiador y
arrastrando la muleta, ligó series con ambas manos en su primero. En el
segundo, al que toreó algo acelerado, el toro, molesto, no quiso pelea y
estuvo dominador. La gente lo comprendió y le pidieron la oreja. De nuevo,
el domingo se le espera con interés.
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